jueves, 29 de diciembre de 2011

Algunos libros de cine del 2011


El 2011 no ha deparado grandes obras cinematográficas (en este momento sólo se me ocurre una: The Tree of Life) y tampoco demasiados buenos discos (los mejores han sido reediciones). Así que, ante tal dificultad para confeccionar una lista de "lo mejor" del 2011 en cuanto a cine y música, he aquí una pequeña lista con algunos de los libros sobre cine que, de entre los editados en España, me han gustado más:

En primer lugar, y aunque parezca puro corporativismo alabar una obra editada por tus amigos, debo destacar el volumen consagrado a una de las mejores series de todos los tiempos, The Twilight Zone. Como bien se encargan de subrayar sus autores, The Twilight Zone es una ilustre desconocida en España; este libro pone las cosas en su sitio (y de qué manera), pues supone un recorrido exhaustivo por (casi) todo lo relativo a la mítica creación de Rod Serling. En Estados Unidos el libro por excelencia sobre la serie es el imprescindible "best-seller" The Twilight Zone Companion, de Marc Scott Zicree. El libro editado por Scifiworld no sólo supone un estupendo complemento al volumen de Zicree, sino que, cuando menos, añade un análisis de los episodios más basado en su puesta en escena (amén de añadir información nueva y cuestionar determinados dictámenes que se efectúan en The Twilight Zone Companion): esto resulta importante, pues se tiende a destacar sólo la admirable narrativa de los episodios, a pesar de que lo que recordamos de muchos de ellos son sus imágenes; en determinados casos, las historias de la serie reposan sobre elecciones de puesta en escena (el famoso "Eye of the Beholder"). Por otra parte, la habitualmente cuidada planificación de los capítulos de The Twilight Zone se distancia de la de otras series contemporáneas, dotadas de buenos actores y guiones... y de una puesta en escena mediocre, que con el paso del tiempo sólo hará que sus episodios se vean caducos y poco trabajados. Pero aquí abriríamos otro tema: el entusiasmo desbocado (y acrítico) de comentaristas y espectadores hacia las series de principios del siglo XXI.

Debemos resaltar la excelente oferta editorial de Akal, que en los últimos tiempos no sólo ha publicado el primer (y recomendable) tomo de Historia mundial del cine (dedicado al cine norteamericano) y el excelente libro de Tag Gallagher sobre John Ford, sino también una colección de libros sobre cineastas contemporáneos (Agustí Villaronga, Wong-Kar Wai, Paul Schrader, el muy completo estudio sobre David Mamet...): este año ha sobresalido el primer volumen en español dedicado a uno de los más talentosos cineastas contemporáneos, Paul Thomas Anderson. Se trata de un trabajo lúcido y detallado a cargo de José Francisco Montero.

Asimismo, no debo dejar de lado la publicación (más vale tarde que nunca)de Cultura mediática, un a menudo fascinante estudio de Douglas Kellner sobre el cine, la televisión y la música de los

años 80 y, particularmente, de principios de los años 90: en el texto tienen cabida filmes derechistas como Rambo y Top Gun, pero también cuestiones como la Guerra del Golfo, el rap, Madonna y Beavis and Butt-head. El libro se publicó en los E.E.U.U. en 1995, por lo que cubre los primeros años 90, una época llena de interés, tanto en el terreno político como en el cultural






Pablo Pérez Rubio nos entregó, a principios de año, otra obra imprescindible, en este caso sobre uno de los grandes cineastas modernos: Jerry Lewis. Un estudio atento, completo y a menudo brillante, publicado por Cátedra.

En Teleshakespeare, Jorge Carrión habla sobre las series contemporáneas, tema que conoce en profundidad; es un libro recomendable, aunque, como señalé antes, no comparto ese entusiasmo desbordante sobre las series de hoy... Entre el "todo cambia" y el "nada cambia" (la disyuntiva

Heráclito-Parménides), me veo más cerca, en materia de arte (¡y en otras!), del escepticismo ante las supuestas revoluciones y permutas periódicas (o lo que puedan significar "las nuevas formas de ver", "las nuevas formas de distribuir" y "lo nuevo" en general): suelo mirar el futuro con optimismo y el presente con cierto escepticismo. En todo caso, a pesar de mis dudas hacia algunos conceptos del libro ("nos encontramos en un momento histórico de una complejidad semiótica sin precedentes", comenta Carrión), he aprendido unas cuantas cosas gracias a Teleshakespeare, que además sirve como guía sobre la ficción televisiva de estos últimos años; asimismo, Carrión hilvana, de un modo bastante perspicaz, determinadas constantes de las series contemporáneas con la literarura y el cine. De la misma editorial, Errata Naturae, cabe citar la publicación del atractivo pero sobrevalorado Mutaciones del cine contemporáneo.


El premio Anagrama de ensayo, Filosofía zombi, está escrito con estilo y abarca el tema de los zombis en casi todas sus dimensiones. A pesar de que en los últimos tiempos me he acabado hartando de tanto zombi y tanto fan de los zombis, Filosofía zombi es un buen libro, si bien no dice nada demasiado nuevo sobre el tema.

Y por destacar un libro que no me ha gustado: Cine e imaginarios sociales, de Gérard Imbert.

A principios del 2012, por fin, mi libro sobre Joe Dante.

lunes, 26 de diciembre de 2011

We Are the Night

Ahora que dispongo de más tiempo, tras un año bastante ajetreado, me he propuesto actualizar con mayor frecuencia este blog (muy abandonado hasta ahora, la verdad). Aquí dejo unos links a reseñas de películas proyectadas durante la edición del 2011 de Sitges y una crítica de We Are the Night, film que ganó el premio especial del jurado en Sitges 2010 (todavía me pregunto: ¿por qué?).

Monster Brawl: Click Aquí
Bellflower: Click Aquí
Kill List: Click Aquí
El callejón: Click Aquí

WE ARE THE NIGHT (Wir Sind Die Nacht, 2010)

Lo mejor (o lo menos malo) de este irritante film de vampiras descocadas es su comienzo: la cámara recorre el interior de un avión en el que sus pasajeros han sido aniquilados por el trío de vampiresas.
A partir de ahí, la película supone un canto al cliché, en el que se hilvanan tópicos del cine de vampiros, lugares comunes de un sinfín de otros subgéneros y costumbres sociales varias. Así, la personalidad de estas féminas de la noche responde a un intrigante cóctel de anuncio de perfume, noche de fiesta de despedida de soltera y horterada discotequera vía InterRail. Casi todo lo que hallamos en esta cinta ostenta la hondura intelectual propia de un “test” de la revista Cosmopolitan. Estas muchachas, que han vivido durante un buen número de décadas en este mundo, optan por la música “techno”, los coches de lujo... e incluso por las visitas a los grandes almacenes, en una de las escenas más terribles del largometraje, y que seguramente turbaría al Romero de Zombi. Vampiras esclavas de la moda y del consumismo. Al menos, en aquella desagradable ficción con cuatro hechiceras adolescentes, The Craft (Andrew Fleming, 1996), podíamos justificar la estupidez de sus protagonistas por su edad (?). Al lado de We Are the Night, títulos de los años 80 como Fright Night (Tom Holland, 1985), The Lost Boys (Joel Schumacher, 1987) y Near Dark (Kathryn Bigelow, 1987), de las que este film que nos (pre)ocupa fusila unas cuantas ideas, constituyen casi obras maestras.



¿Cine fantástico? Bueno, sí, aparecen vampiras, pero si las chicas fuesen simplemente delincuentes mortales, poco habría cambiado en el resultado. De ahí que el escaso material visionable de este producto coincida con los apuntes más “fantastique” del asunto, aun así lastrados por la mecánica, televisiva planificación desplegada a lo largo de todo el metraje, basada en el montaje y los primeros planos (todo en scope, cómo no).

En su día, cuando se acercó a un subgénero determinado, Joe Dante tuvo en cuenta a sus predecesores y, además, consiguió impregnar de sentido del humor y amor por el cine su propuesta (The Howling); Dennis Gansel construye su aventra como un rutinario cúmulo de trivialidades, y no sólo eso, ni siquiera nos regala una sola escena erótica, pese a que el sexo represente uno de los temas de la película. Esta carencia de sensualidad va unida a una inquietante falta de posicionamiento sobre lo que se cuenta: y si el director se inclina hacia algún lado, siempre parece hacerlo a favor de las posturas más aparentes y superficiales, obviando ya el descarado “product placement” de una conocida marca de bebida energética. Si la saga de Twilight es ñoña y conservadora, We Are the Night también: de hecho, quiere pasar por moderna y transgresora, cuando en el fondo nos encontramos ante cine industrial, caduco, coyuntural y previsible.